Visitando una misteriosa estatua de un gigante en Nueva York

Visitando una misteriosa estatua de un gigante en Nueva York
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Si estáis de vacaciones por la Gran Manzana, no os podéis perder una visita al Farmer´s Museum de Cooperstown, en Nueva York. Allí se exhibe la estatua de piedra de un hombre gigante, el llamado Gigante de Cardiff.

Su dimensiones son muy llamativas: 3,10 metros de altura y 1.360 kg. Pero lo más llamativo es la historia que hay detrás de esta estatua, que se encontró en una excavación en Cardiff, Nueva York, el 16 de octubre de 1869. Al principio, se corrió el rumor de que no era una estatua, sino un hombre antiguo petrificado.

De hecho, al descubrirse la estatua fueron muchos los que esgrimieron la Biblia, pues en el Génesis se habla de gigantes. Otros creyeron que era un estatua creada por los misioneros para impresionar a los indígenas. La realidad, sin embargo, era mucho más pueril: fue un engaño para hacer dinero llevado a cabo por el empresario neoyorquino George Hull.

Hull, que conocía los versículos del Génesis es los que se habla de hombres gigantes, quiso ridiculizar la idea planeando este engaño (no en vano, además, Hull era profundamente ateo). Hull exhibió el gigante a los curiosos, que pagaban religiosamente cincuenta centavos por la visita.

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El engaño duró mucho tiempo, según explica Gregorio Doval en Fraudes, engaños y timos de la historia:

Las ganancias fueron grandes, no sólo por las entradas de las miles de personas que acudieron a ver al gigante, sino porque acabó vendiéndolo por treinta y siete mil quinientos dólares a un grupo de empresarios de Syracuse. Fue allí donde un paleontólogo de Yale estudió al Gigante con detenimiento y lo declaró un fraude bastante burdo, pues, según él, hasta se veían las marcas de los cinceles.

Hull tuvo la decencia de confesar su engaño, pero igualmente la gente persistía en creer que el gigante era real. De hecho, empezaron a visitar una copia del gigante sin importarles que fuera una copia: la hizo el dueño de circos estadounidense P. T. Barnum, que no pudo alquilar el original para sus espectáculos y decidió hacer una simple copia.

De hecho, ironías de la vida, la copia del gigante tuvo más visitas que el original, lo que propició que los dueños legítimos del Gigante de Cardiff demandaran a Barnum. El juez no pudo hacer nada, porque ninguno de los dos gigantes eran de verdad.

Si en vez del original nos apetece visitar la copia, también podéis hacerlo. Pero en otro museo: en el Marvin´s Marvelous Mechanical Museum, en 31005 Orchard Lake Rd, Farmington Hills, Detroit.

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