Continuamente nos llegan esas noticias apocalípticas de ciudades que se están muriendo de éxito, sitios que tenían encanto y ahora son lugares llenos de hordas de turistas que pasan allí unas horas y apenas respetan el lugar. Seguimos a vueltas con la de siempre, la bella, la ciudad de los canales y a la que la UNESCO le ha dado un ultimátum, así que no queda más remedio que tomar medidas. El cerco al turista sigue en Venecia y se limitará el acceso a San Marcos.
Lo que nos temíamos puede pasar a hacerse realidad, que una ciudad pierda su sentido como lugar en sí y pase a ser un museo más, al aire libre, pero un museo, con sus límites físicos y sus entradas. Si en Venecia ya se cobra una tasa turística y ya se limita la instalación de ciertos restaurantes, ahora se restringirá el acceso a su lugar más emblemático.
No nos estamos refiriendo únicamente a ese deterioro que la hace hundirse poco a poco, sino al hecho de que por sus calles pasan al año 28 millones de turistas, que más de lo doble de lo que sus bellas calles pueden soportar. Cada día tiene más turistas y menos habitantes. Un dato, en 1961 eran 137.150 censados. A principios de año, escasos 55.000 y el dato escalofriante de sólo 472 tiendas no turísticas en toda la ciudad.
Pero a lo que vamos, a partir de 2018 se controlará el flujo de turistas a San Marcos, los museos y la Basílica obligando a una reserva previa. Está aún sin desarrollar cómo porque tiene miles de incógnitas: tenemos una plaza con diez posibles entradas, con cafeterías que morirían si no se permite la libre circulación y museos que están ahí para ser visitados. En un principio se habla de cerrarla fines de semana, fiestas, y en julio y agosto, pero también una restricción diaria entre 10 y 18 horas (máxima ocupación normalmente). Seguiremos atentos.
Imágenes | brownpau, Elliott Brown
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