Seguimos este repaso al sur de Nueva Zelanda, llegando al punto más meridional de la isla sur, donde el viento procedente de la Antártida es tan frío y tan intenso que no permite que su visita sea todo lo agradable que debiera ser.
En este remoto punto de Nueva Zelanda no vive nadie. Son tierras que se usan para el ganado ovino, con un pequeño faro alimentado con luz solar y algunos refugios protegidos por árboles que ni así se han librado de lo inhóspito del lugar y actualmente están en ruinas.
Sin embargo, en el parking anexo al sendero que lleva al Slope Point y, sobre todo, en los meses de verano es probable encontrar vehículos estacionados con viajeros que se acercan a visitar este singular sitio.
No hay imagen más reveladora y que transmita mejor la fuerza del viento en el Slope Point que la de los árboles totalmente inclinados y retorcidos:
En el final del sendero, de unos veinte minutos de duración (o más según lo que apriete el viento), junto al acantilado, está la conocida señal que indica la distancia al Ecuador (5140 km) y al Polo Sur (4803 km). Ésta fue instalada por la Asociación Automovilista de Nueva Zelanda. Desde allí, en días despejados se divisa la isla Stewart, todavía más al sur.
Lo interesante del lugar, además de fotografiar los árboles inclinados y las ovejas repartidas por los alrededores, son las vistas espectaculares al acantilado, ¡si es que el viento lo permite!
El Slope Point está en el límite de la región de Catlins y para llegar, según la ruta que se esté haciendo, habrá que conducir unos 70 kilómetros al este de Invergargill, o unos 110 kilómetros al oeste de Balclutha. Y, ya que estás por la zona, podrías acercarte al faro del Waipapa Point y al bosque petrificado de Curio Bay.
El sendero señalizado, que parte de la carretera, permanece abierto todo el año excepto durante la cría de ovejas (del 1 septiembre al 1 de noviembre), aunque durante los meses de invierno en Nueva Zelanda (junio a septiembre) debe ser una experiencia realmente gélida.
Fotos | Mar Serrano En Diario del Viajero | Pingüinos saltando coníferas de 180 millones de años: el bosque petrificado de Curio Bay, Nueva Zelanda