Este espectacular monumento natural está lleno de cascadas y cuevas, esconde una ermita y está a menos de una hora de Barcelona

Este espectacular monumento natural está lleno de cascadas y cuevas, esconde una ermita y está a menos de una hora de Barcelona
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En España tenemos el privilegio de convivir con una riqueza natural y patrimonial que parece inagotable. Más allá de los grandes destinos turísticos, nuestra geografía esconde rincones mágicos que aún escapan al radar del turismo masivo.

De hecho, cuando pones un pie en alguno de ellos, sientes que estás ante algo especial. O al menos eso es lo que suele suceder cuando llegas a uno de estos enclaves, que se encuentra escondido a menos de una hora de Barcelona: Sant Miquel del Fai.

Este monumento natural es un verdadero espectáculo de roca, agua e historia. Es tan imponente y tan importante para la historia de Cataluña, que en 2017 la Diputación de Barcelona tomó la decisión de comprar los terrenos para asegurar su preservación y acercar su patrimonio a toda la ciudadanía con un modelo de turismo sostenible.

Sant Miquel del Fai: el monasterio que cuelga del acantilado

Situado en la comarca del Vallès Oriental, en el límite con el Moianès, Sant Miquel del Fai es un antiguo monasterio benedictino literalmente incrustado en la roca. Este singular conjunto monumental está suspendido sobre un acantilado que domina el impresionante valle del río Tenes, donde las corrientes de agua han esculpido un paisaje kárstico realmente impresionante.

El monasterio, fundado en el siglo X, ha sido testigo de mil años de historia, pero lo que realmente lo convierte en un destino único es su fusión perfecta con el entorno natural, tan espectacular como poco común.

Allí se encuentra una serie de riscos, grutas y saltos de agua que se encajan en las estribaciones más orientales de la cordillera catalana. El monasterio se encuentra sobre una gran cueva natural y se accede a él por una pasarela tallada en la propia piedra, lo que convierte la llegada en una experiencia por sí misma.

El río Tenes es el principal artífice de esta geografía escarpada. A su paso por el desfiladero ha dado lugar a cascadas como la del Salt del Tenes, que se precipita al vacío desde más de 100 metros. Estas caídas de agua, especialmente caudalosas en primavera y principios del verano, ofrecen un espectáculo que merece la pena acercarse a contemplar.

Qué ver en Sant Miquel del Fai

Sant Miquel Del Fai

La visita a Sant Miquel del Fai comienza cruzando el pintoresco puente del Rossinyol, que da acceso al valle y al singular entorno excavado en la roca. Tras atravesar el paso natural de la Foradada y la portalada fortificada, encajada entre las paredes del acantilado, el camino lleva por un itinerario que combina arquitectura histórica y paisajes espectaculares.

Aunque algunos espacios todavía están cerrados al público como la Casa Prioral, la Cueva de Sant Miquel, la Ermita de Sant Martí y la Cueva de les Tosques, el recorrido actual sigue siendo muy completo. De momento, el itinerario se puede realizar hasta la Cascada del Tenes, el gran punto culminante de la visita. Este salto de agua, con más de 300 metros de caída, permite incluso caminar por detrás de la cortina gracias a una galería natural repleta de estalactitas y estalagmitas.

En el camino, destacan lugares como la iglesia troglodítica de Sant Miquel, una joya románica del siglo X excavada en una cueva; el salto del Rossinyol, que aparece tras lluvias intensas; y rincones tranquilos como la plaza del Repòs, con una escultura del escritor Josep Pla, o el pequeño y escondido lago de Les Monges.

El entorno invita a recorrerlo con calma, disfrutar del frescor de las grutas y dejarse sorprender por la armonía entre naturaleza y arquitectura. Incluso sin acceso a todas sus áreas, Sant Miquel del Fai sigue ofreciendo una escapada inolvidable a solo un paso de Barcelona.

Qué tener en cuenta antes de visitar Sant Miquel del Fai

El acceso a Sant Miquel del Fai es sencillo y cómodo, especialmente si se viaja en coche desde Barcelona, ya que el trayecto es corto y directo. A la llegada, se encuentra un aparcamiento habilitado junto a la entrada del recinto. La visita es gratuita, aunque las entradas se deben reservar con antelación, así como la plaza de aparcamiento.

Para disfrutar plenamente del entorno, conviene llevar calzado cómodo y ropa ligera, adecuada para caminar por senderos irregulares. Aunque el microclima del valle, con la sombra de los riscos y la brisa del agua, ofrece un ambiente agradable incluso en los días más cálidos, lo ideal es planificar la visita a primera hora de la mañana o al final de la tarde, cuando la luz es más suave y el paisaje se puede disfrutar sin el rigor del calor.

No está de más llevar un pequeño tentempié para disfrutarlo en las zonas habilitadas para el descanso. Otra opción es completar la jornada acercándose a alguno de los pueblos cercanos, como Sant Feliu de Codines o Riells del Fai para disfrutar de la gastronomía local en un entorno tranquilo y acogedor.

Imágenes | Diputació Barcelona

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