Verano en el lago Baikal

Verano en el lago Baikal
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Hace pocos días compartía con vosotros una impactante fotografía del helado lago Baikal en pleno invierno. La que hoy os traigo nos traslada al mismo lugar pero en unas circunstancias completamente diferentes: el lago Baikal en verano, un paisaje que, como el anterior, hay que ver al menos una vez en la vida.

Y es que observar aquella primera imagen me hizo recordar mi experiencia en este lago el verano pasado, hasta tal punto que no me he podido resistir a compartir con vosotros una de mis fotografías favoritas de entre todas las que tomé.

Cada vez que la veo siento que regreso a este bellísimo lugar, tan místico y especial, donde los días pasan antes de que uno tenga tiempo de darse cuenta de que ha llegado el momento de partir.

El lago Baikal es uno de los lugares preferidos por los rusos para hacer turismo dentro de su propio país. Podría decirse que la isla de Olkhon situada en su interior es un “balneario” tanto de rusos como de extranjeros, y aún así, sorprende descubrir que no ha perdido nada de su encanto original.

El pueblo de Zuzhir que, por así decirlo, hace de campamento base en la isla, está formado por unas pocas decenas de casas de madera entre las que no se contarán más de cuatro o cinco hostales y otros tantos restaurantes realmente modestos. Internet en un par de sitios, y a pedales: desconexión total.

No hay nada que hacer en la isla de Olkhon, más que recorrer su pequeña superficie en alguna excursión organizada, por nuestra cuenta si alquilamos una bicicleta, probar los famosos banyas salvajes, asistir a la representación de un ritual chamanístico (o, si tenemos suerte, a uno de verdad), comer mucho omul, tomar el sol en playa, y si se es muy valiente, darse un chapuzón en las aguas del Baikal que, incluso en verano, están frías como el hielo.

Un ritmo de vida apacible que sin duda engancha, ya que no hay quien se vaya sin desear haber podido quedarse más; algo un tanto difícil siendo por lo habitual una de las últimas paradas del transiberiano, con el visado ruso a punto de explicar; o una de las primeras paradas del transmongoliano, cuando aún nos queda todo Rusia por ver.

Por eso, cuando tengáis la oportunidad de hacer este viaje legendario reservad al menos tres días para disfrutar del lago Baikal: en verano o en invierno, un lugar en el que merece la pena detenerse.

Foto | Carmen
En Diario del Viajero | Lugares remotos: el lago Baikal, Una tarde de circo en Rusia

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