Con la presentación de la nueva Guía Michelin se llega a la 100ª edición. En estos 109 años de existencia, esta guía se ha convertido en un acompañante de ruta para algunos, y en una obsesión para otros.
En el año 1900, los hermanos André y Edouard Michelin decidieron publicar una hoja de ruta que ayudara a los apenas 3.000 coches que había por entonces en Francia para que su "aventura" fuera menos azaroza. La Guía Michelin de aquellos tiempos daba cuenta de las características de los caminos, estado y, sobre todo, los escasos servicios de apoyo que podrían encontrarse. Me imagino qué difícil sería entonces proveerse de combustible, por ejemplo.
"Esta guía nace con el siglo y durará tanto como él…”
Éso dijeron, pero se equivocaron. Ha superado el siglo y la guía del señor gordito de los "michelines" llega a su centécima edición.
Con la aparición de otras guías y, sobre todo, desde la irrupción de internet como "fuente de toda sabiduría", la Guía Michelín ha dejado de ser el referente obligado a la hora de viajar. Sin embargo, cuando se habla de gastronomía, algunos chefs empiezan a temblar con sólo escuchar su nombre.
Desde 1926, la guía tiene un sistema de estrellas que otorga a los restaurantes que visitan sus "expertos":
1 estrella: muy buena cocina en su categoría, vale la pena parar allí 2 estrellas: vale la pena desviarse 3 estrellas: justifica el viaje
No vamos a tratar los rumores de "compra" de estrellas, o de "falsas recomendaciones" sin haber pisado el lugar. Aquí sólo diré que el criterio con que se evalúan los restaurantes es muy... francés.
¿Qué quiero decir? Que siguiendo las indicaciones de la guía, y si pudiéramos pagarnos una comida en cada restaurant recomendado, probaríamos un mismo "tipo de comida" muy ajustado al paladar francés, pero que no necesariamente coincide con otros.
Por lo tanto concluyo que:
a) La calidad del restaurant y su cocina se refleja en precios carísimos. Todos sabemos que ésto no es así, ya que excelentes cocinas no siempre tienen una carta que deja sin aliento tu bolsillo.
b) La alta cocina es francesa. No lo dudo, pero en la Guía Michelín extraño un buen restaurante donde "morir" con una buena paella valenciana, un pulpo a feira en Galicia o unas tortillitas de camarones en Cádiz (¿me van a decir que no es alta cocina?)
Dicho lo cual, le doy mi enhorabuena al señor gordito y su guía, pero seguiré preguntando a la gente del lugar, "¿dónde se come bien el plato típico de aquí?"
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