La de la Constitución, por todos conocida como El Zócalo es es corazón de la inmensa ciudad de México. Debajo de su amplísima explanada y de sus edificios centenarios, duermen los templos y palacios de los aztecas. En 1519, los hombres de Hernán Cortés cruzaban entre los volcanes Popocatepelt e Iztaccihuatl, para asomarse al valle central de México. Descubrieron allí la capital azteca, Tenochtitlán construída sobre islas en el lago. Una ciudad enorme con rutas, avenidas, templos, pirámides y palacios que maravilló a los europeos. Aunque no tanto como para evitar arrasarla en 1521.
Durante la construcción del metro en 1978, se descubrió un gran disco de piedra de unas 8 toneladas de peso grabado con la figura de la luna. Las excavaciones arqueológicas mostraron que a pasos de la plaza se hallan los restos de sucesivos templos.
Los aztecas, tenochs o mexicas fueron los últimos en poblar esta meseta central mexicana. Llegaron aquí aproximadamente en el 1300 y desarrollaron su imperio a lo largo de los 2 siglos siguientes. Hasta la llegada y conquista de los europeos.
A poco más de 40 kilómetros de la antigua Tenochtitlán podemos encontrar aún hoy las ruinas de otra gran ciudad americana, mucho más antigua: Teotihuacan que cumple ya 2.000 años de vida. De ella hablaremos muy pronto.
Vía | Museo Nacional de Antropología
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