Una de las razones para volver a Lisboa es que no pude ver la Plaza de Comercio abierta al público. La plaza, así como toda la zona aledaña que se asoma al río, estaba cerrada por obras y hasta hace poco no ha sido abierta.
Pero no pude evitar asomarme entre las rendijas y encaramarme a las vallas para poder ver la grandeza de la Praça de Comércio, que muchos colocan entre las plazas más bonitas del país y que es la antigua entrada marítima de Lisboa.
La plaza está situada en A Baixa, entre edificios majestuosos con portales de arcadas levantadas sobre grandes pilares y con dos torreones en las esquinas cercanas al Tajo. Muchos de los portales corresponden a sedes oficiales del Gobierno, aunque también hay algún restaurante o algún comercio.
Un lugar encantador por el que pasar, de donde recuerdo especialmente una pequeña cata de vino en uno de sus establecimientos.
Antes de las obras, la principal mejora fue que se desocupó la superficie de la plaza como aparcamiento, con lo cual queda dispuesta (e ideal) para el paseo y para exposiciones al aire libre.
Tal vez la mayor peculiaridad de la plaza es que está abierta por uno de sus laterales al Tajo, dando a unos agradables paseos junto al río y embarcaderos en el estuario.
Esta inmensa plaza está vigilada por la estatua ecuestre de Dom José I. La estatua, de estilo Luis XIV, sustituye una antigua efigie del Dios Apolo que presidía este recinto hasta el terremoto de 1755. Este monumento simboliza la finalización de los esfuerzos de reconstrucción tras la catástrofe, un símbolo de la Lisboa pombalina (por la labor del Marqués de Pombal) y moderna.
En el lateral opuesto al Tajo está el Arco del Triunfo, de estilo Luis XIV, como preámbulo a la concurrida Rua Augusta, la gran calle comercial de A Baixa. El Arco se alza en el lugar donde, en la época de Portugal integrado en la España de los Austrias, se colocaban arcos temporales para celebrar distintos festejos.
El conjunto fue terminado en 1862 a partir de las ideas del diseñador de la plaza (Eugenio dos Santos) y de los planos de José da Costa.
Si nos fijamos en el Arco del Triunfo, obra de Víctor Bastos, veremos cuatro estatuas que representan personajes lusos relevantes: Viriato, Vasco da Gama, Pombal y Nuno Álvares Pereira. Los dos genios simbolizan los dos grandes ríos de Portugal, el Duero y el Tajo.
Las esculturas alegóricas de lo más alto, elaboradas por el francés Calmels, representan la Gloria (en pie y con una corona de laurel en cada mano), la Virtud y el Valor.
Si nos asomamos al Tajo, podemos ver el ir y venir de los barcos cacilheiros, tradicional medio de transporte entre las dos riberas, que van a Cacilhas y Barreiro. Desde el Cais das Colunas vemos uno de los estuarios más bonitos.
En definitiva, la Plaza del Comercio en Lisboa es uno de los lugares imprescindibles en nuestra visita a la ciudad, tanto por su especial diseño como por su emplazamiento, de modo que casi inevitablemente os encontraréis con este gran espacio que no os dejará indiferentes.
Fotos | © Turismo de Lisboa / Gustavo Figueiredo, Bert K (Flickr-CC) y Allie_Caulfield (Flickr-CC)
En Diario del viajero | Descubriendo Lisboa, El barrio de Alfama, Los tranvías de Lisboa, Lisboa en Navidad