Ámsterdam es una ciudad en la que perderse por múltiples razones, a la que viajar por mil motivos, en la que quedarse por tantas cosas que tiene para ofrecernos. Pero, si hemos de escoger diez razones para viajar a Ámsterdam, me quedo con éstas. Bueno, que sean 11 razones, porque al empezar a enumerar veo que se me escapa alguna que no puedo dejar en el tintero…
El Patio de Begijnhof
Tal vez el lugar que más me gustó de la capital holandesa sea este rincón apartado del bullicio, el Patio de Begijnhof. Sería porque me costó encontrarlo, sería por el recogimiento del lugar, sería por que me pareció invadir un poquito de la vida privada de Ámsterdam, sería por el perfil cerrado de los tejados que te envuelven, sería por la casa más antigua de Ámsterdam o por su pequeña capilla, será por la leyenda que hay tras sus muros cargados de pasado conventual… No sé qué tiene este patio, pero es una de las primeras razones para viajar Ámsterdam.
Un paseo en barco por los canales
Dar un paseo en barco por los deliciosos canales de Ámsterdam hará que nos formemos una idea de la ciudad y que la disfrutemos desde una perspectiva diferente. El entramado de puentes, los canales, las casas-barcaza y las fachadas características de la ciudad parecen tomar una nueva forma desde el barco. Lo ideal, un mini-crucero privado con una buena cena y música en directo. Lo más probable, una de las múltiples empresas que realizan estos tours para el visitante en barcos más grandes.
El Barrio Rojo
El Barrio Rojo, un lugar que se aleja de un pasado más sórdido y se adentra en un presente más frívolo y turístico, tal vez a punto de desaparecer si las autoridades deciden “adecentar” la zona. Un barrio apto para pasear durante el día y ver discretamente sus escaparates, los gorilas en las puertas de los clubs, los neones rojos a plena luz, adentrarnos en alguna tienda o museo erótico o callejear por el cercano barrio chino.
Las delicias gastronómicas de Ámsterdam
Comer y beber en Ámsterdam es un verdadero placer. Tanto si nos decidimos por sus producciones autóctonas como si optamos por su cocina internacional, integrada por los restaurantes más diversos. El salmón, los arenques, los quesos o la cerveza ya valen por sí solo unas buenas visitas a Ámsterdam en sus buenas mesas.
Montar en bicicleta en Ámsterdam
En Ámsterdam no hemos de dejar pasar la oportunidad de montar en bicicleta y sumergirnos a golpe de pedal en la ciudad más bici-friendly del mundo. Hay bicicletas para todos los gustos, decoradas estrambóticamente o bicis-taxi. Eso sí, ojo con los carriles que nos corresponden y un poco de comprensión con los turistas despistados que se cuelan en ellos sin darse cuenta…
Vondelpark, el pulmón verde de la ciudad
Adentrarse en este inmenso parque, Vondelpark, es una delicia, especialmente en verano. Al calor del buen tiempo apetece recorrerlo, a pie o en bicicleta, y perderse en sus rincones, contemplando alguno de sus pequeños lagos o tumbado en el césped.
El Museo Van Gogh
No podemos dejar Ámsterdam sin haber visitado el que tan vez sea su museo más popular, el Museo Van Gogh, una oportunidad excelente de conocer la obra del genial artista con algunas de sus obras capitales. La exposición permanente está organizada cronológicamente, lo cual facilita el recorrido por la vida del autor, desde su época holandesa hasta el colorido de sus años franceses. Disfrutaremos de obras tan deliciosas como “Girasoles”, “La casa amarilla”, “El dormitorio”, los “Campos de trigo” o alguno de sus “Autorretratos”. No dejéis de comprar vuestra lámina favorita para poder llevar un poquito de Van Gogh a casa.
La “Ronda de noche”, de Rembrandt
Pero siendo Ámsterdam una gran ciudad de museos, no podíamos perdernos otra maravilla del arte. En el Rijksmuseum nos espera una obra cumbre de Rembrandt, la “Ronda de noche”, un lienzo inmenso en el que detenerde contemplando todos sus detalles y aproximarnos a la figuar del gran pintor. Cómo no, la parada ante este cuadro es sólo una excusa para visitar el resto del museo, muy recomendable.
La Plaza del Dam
Éste es el corazón de Ámsterdam, centro neurálgico de reuniones, de transportes, de artistas callejeros, de partida de las calles más concurridas y flanqueada por edificios tan importantes y bellos como el Palacio Real o la iglesia protestante Nieuwe Kerk. Asomándose al cielo desde la Plaza del Dam, destaca el Monumento a la Liberación (Bevrijdingsmonument), levantado en 1956. Está construido con mármol, y en su interior hay tierra traída de las 12 provincias holandesas. Seguro que esta plaza que ha sido escenario de insurrecciones y manifestaciones se convierte en uno de vuestros puntos de referencia en la ciudad.
El mercado de las flores
No estamos ante los campos de tulipanes, un paisaje más campestre, pero la flor nacional nos espera, junto a otras muchas flores, plantas, bulbos, semillas y recuerdos, en el mercado de flores de Ámsterdam. Un buen lugar multicolor para comprar algunos recuerdos y para admirar la gran variedad de tulipanes que se pueden encontrar.
La iglesia clandestina del Ático
Adentrarse en la iglesia clandestina del Ático es conocer un poquito más de la historia de Ámsterdam, al comprobar cómo la fe católica pudo con todas las prohibiciones y levantó una preciosa iglesia clandestina en el ático de tres viviendas adyacentes. La parte más importante del edificio es esa iglesia en la que se siguen celebrando ceremonias religiosas. Además, conocemos como es una casa tradicional en la ciudad y el modo de vida de hace unos siglos.
Claro que me dejo muchas otras razones para visitar Ámsterdam, pero esto sólo es un aperitivo que pretende abrir ese apetito viajero que siempre tienen los que nos leen.
En Diario del viajero | Ámsterdam