¿Es verdad que en Japón hay máquinas expendedoras de braguitas usadas?
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¿Es verdad que en Japón hay máquinas expendedoras de braguitas usadas?

Casi todo el mundo cree que en Japón existen máquinas expendedoras que ofrecen braguitas usadas, lo cual no parece particularmente extraño si tenemos en cuenta la afición de los nipones por las máquinas expendedoras. Y por los fetichismos sexuales.

Sin embargo, ¿cuánto hay de cierto en esta idea tan arraigada? ¿Actualmente existen estas máquinas? ¿Han existido alguna vez?

Ley de tráfico de antigüedades

Uno de los personajes de la novela Consumed, del director de cine canadiense David Cronenberg, hace referencia a a la venta de braguitas usadas mientras habla de uniformes escolares. ¿Está fabulando?

En 1993, Japón tuvo que invocar su "ley de tráfico de antigüedades" para prohibir la venta de braguitas usadas de colegialas en máquinas expendedoras. Así que, sí, en efecto, estas máquinas parece que existieron.

Lo que es mucho más difícil es encontrarlas hoy en día, aunque proliferen los foros donde se diga que aún se encuentran en las zonas rurales de Japón.

Además, no tiene mucho sentido una máquina así, donde cualquiera puede ver que eres un rijoso, existiendo páginas como myusedpantystore, donde puedes dar rienda suelta a tus fetichismos desde la comodidad de tu propio hogar.

Lo que sí han existido son las burusera, un tipo de tienda en Japón donde sí se venden bragas usadas, normalmente cedidas por colegialas.

"Buru" de "bloomers" significa bragas, y "sera" de "sailor fuku" significa "ropa de marinero". En estas tiendas también se vende otro tipo de ropa, como uniformes escolares, chaquetas escolares, trajes de baño escolares, etc.

Las leyes de pornografía infantil impusieron el control legal sobre la industria de la burusera en 1999. Sin embargo, los productos de burusera en sí mismos no son pornografía infantil, y la venta de productos de burusera es una manera fácil para que las colegialas obtengan ingresos adicionales.

En agosto de 1994, el gerente de una tienda de buruseras que hizo que una colegiala vendiera su ropa interior usada fue arrestado por el Departamento de Policía Metropolitana de Tokio bajo sospecha de violación del artículo 34 de la Ley de Bienestar Infantil y el artículo 175 del Código Penal. La policía alegó violaciones de la Ley de Distribuidores de Artículos de Segunda Mano que prohíbe la compra de bienes de segunda mano sin autorización.

Las regulaciones se pusieron más exigentes en 2004, restringiendo las compras y ventas de ropa interior usada de personas menores de 18 años.

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Otra cosa es que existan máquinas que parece que sí que venden braguitas usadas, pero que no es el caso, como el ejemplo que tenéis justo aquí arriba.

Por encima del precio (¥ 500) están las palabras “ス ー パ ー USED 加工” (kakou súper usado). Kakou, en este caso, significa que las bragas se fabricaron para parecer usadas, algo así como los jeans Abercrombie que se venden con agujeros y bordes deshilachados directamente de la fábrica.

La adición de esos dos caracteres kanji hace que sea instantáneamente evidente para un hablante nativo que las bragas, de hecho, no están usadas. Quizás un vendedor emprendedor de máquinas de vending se dio cuenta de que podían engañar a los no japoneses para que creyeran en la leyenda urbana al colocar una sola palabra en inglés en el letrero.

Mientras, al menos se pueden extraer toda clase de sorpresas en otras máquinas de vending, sobre todo de Gashapon. No se cuentan en la figura anterior las máquinas de gachapon igualmente ubicuas de Japón, del tipo que dispensan juguetes en cápsulas de plástico después de girar una manivela.

El término, como muchos otros en el idioma japonés, proviene de la combinación de dos palabras onomatopéyicas: gacha, el sonido que hace la manivela y pon, el sonido que hace la cápsula cuando cae en la parte inferior de la máquina. Gashapon, deletreado con una "s", en realidad es una marca registrada del fabricante japonés de juguetes Bandai. Y sincermente son más divertidos que unas bragas usadas.

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